jueves, 13 de mayo de 2010

Ser eficaz aumenta la calidad de vida

“Siempre que te descubras en el lado de la mayoría, es hora de detenerse a reflexionar” (Mark Twain)

En los últimos años ha surgido un nuevo concepto conocido como “el Nuevo Rico”. De dicha forma son consideradas aquellas personas que no centran su vida en el trabajo  como  medio para poder disfrutar de ciertas cosas, sino en sus ilusiones, deseos y sueños.

Dicho nuevos ricos se caracterizan por poder disponer, no ya tanto de dinero, sino de tiempo y movilidad, comenzados a considerar la moneda del futuro. El dinero está pasando a tener un valor relativo en nuestras vidas. ¿Quién gana más un ejecutivo cuyo salario anual es de 50.000 euros y trabaja diariamente de 9:00h – 20:00h o una persona que tiene un salario anual de 30.000 euros trabajando de 08:00 – 15:00?

Todos podemos llegar a ser “nuevos ricos” y el comienzo del camino comienza por aumentar nuestro tiempo libre, aumentando la eficacia en el trabajo. ¿Conocemos realmente la diferencia entre eficiencia y eficacia? La eficiencia consiste en realizar una tarea de la forma más efectiva posible de tal manera que la calidad sea máxima, en un tiempo mínimo y con un coste mínimo. Pero, ¿cuál es el valor que dicha tarea aporta nos aporta? ¿Cuál es la importancia que le damos a la misma?


Emplear nuestro tiempo en tareas que no aportan valor y esforzarnos en ejecutarlas de forma eficiente es una situación habitual causada por una cultura que premia la ocupación en lugar de la productividad. La consecuencia son jornadas laborales extensas realizando tareas que, en muchas ocasiones, no redundan en un beneficio directo para la Compañía y el empleado.

¿Cuál sería la postura de un nuevo rico? Dicha persona, valorando su tiempo, realizaría el trabajo centrándose en la eficacia, es decir, empleando los esfuerzos y el tiempo en las tareas que le ofrecerán los mayores resultados y los objetivos buscados, permitiendole disponer de más tiempo para invertir.

Ser eficaz no es tan complicado cuando acudimos a la “Ley de Pareto o principio del 80/20”, el cuál dicta que el 20% de las tareas producen el 80% de los resultados por lo que es clave identificar dichas tareas para dedicarles tu tiempo. Una vez identificadas, en contra de lo que pueda parecer, lo ideal sería no dedicarles más tiempo de lo estrictamente necesario puesto que como todos sabemos, una tarea crecerá en importancia y complejidad (percibidas) en relación con el tiempo asignado para llevarla a cabo.

Os animo, de ahora en adelante, a ser nuevos ricos, a tener presente la ley de Pareto en cualquier faceta de vuestra vida puesto que siempre lleva asociada un aumento de la eficacia, el cuál redunda en un aumento del tiempo y la calidad de vida.

1 comentario:

  1. Aunque comulgo con esa visión de "Rico" y tengo clarísimo que lo más valioso que tenemos es el tiempo, veo restricciones a la aplicación de la ley de Pareto; no tenemos independencia total para gobernar nuestro tiempo.

    De hecho, mi percepción laboral o de eficiencia en mis tareas se basa en que, por mucho que me esfuerce, las dependencias ajenas en terceros hacen que mis procesos sean igualmente ineficientes.

    Es decir, aunque identifique mi grupo de tareas que resulevan el 80% de mis necesidades laborales, no siempre voy a ser capaz de ejecutarlas por necesidades ajenas impuestas.

    Creo que se podría mejorar la ley de Pareto con una evolución muy obvia ("Corolario a la ley de Pareto" ;) ); sin con 20% de acciones generamos un 80% de los objetivos que queremos, debemos asegurarnos de que entre un 40% y un 60% de ese 20% de acciones, las dediquemos a la gestión de interacciones con terceros y a encontrar caminos alternativos cuando sean causas ajenas las que bloquean nuestra eficiencia.

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