sábado, 23 de octubre de 2010

El eterno retorno

“¿Qué sucedería si un demonio te dijese: Esta vida, tal como tú la vives actualmente, tal como la has vivido, tendrás que revivirla una serie infinita de veces; nada nuevo habrá en ella; al contrario, es preciso que cada dolor y cada alegría, cada pensamiento y cada suspiro vuelvas a pasarlo con la misma secuencia y orden... y también este instante y yo mismo...?

Si este pensamiento tomase fuerza en ti... te transformaría quizá, pero quizá te anonadaría también. ¡Cuánto tendrías entonces que amar la vida y amarte a ti mismo para no desear otra cosa sino ésta suprema y eterna confirmación!” (Friedrich Nietzsche)

La teoría del eterno retorno de Nietzsche está basada en dos principios metafísicos: que el tiempo es infinito y que la fuerza (materia básica del universo) es finita. Por tanto, dado un número finito de estados potenciales del mundo y una cantidad infinita de tiempo transcurrido, se deduce, que todos los estados posibles ya deben haber ocurrido, y que el estado actual debe ser una repetición. Y también el estado que le dio origen y el que surge de este, etc., hacia atrás en el pasado y hacia delante en el futuro.


Es una característica del pensamiento occidental la idea de que el progreso es indefinido y siempre hacia adelante, sin embargo, en otros sistemas filosóficos, como los orientales, o en la filosofía de la historia de algunos autores occidentales, se encuentra la idea de ciclos que se van perfeccionando, retornando eternamente hasta alcanzar la forma perfecta tras muchas fases erróneas.


El valor del concepto de eterno retorno ha sido tan discutido como poco entendido. En general, se le considera únicamente desde el punto de vista cronológico, en el sentido de repetición de lo sucedido. Pocas veces es pensado como uno de los conceptos más poderosos de la filosofía moral de todos los tiempos: “obra de modo que un horizonte de infinitos retornos no te intimide; elige de forma que si tuvieras que volver a vivir toda tu vida de nuevo, pudieras hacerlo sin temor”.


Esta idea, no promete una forma de inmortalidad sino enseñar que no se debe vivir ni desperdiciar la vida ni el momento presente. Lo inmortal en la vida, es el momento presente. “Cada momento existe siempre, y sólo nosotros somos su único público”. Planteaba que no sólo son los acontecimientos los que se repiten, sino también los pensamientos, sentimientos e ideas, vez tras vez, en una repetición infinita e incansable.


Deja que este concepto se haga fuerte en tu interior. Párate a pensar el momento actual que estás viviendo, los pensamientos que pasan por tu mente, las sensaciones que despiertan en tu interior. Cambia lo que tengas que cambiar para hacer ese momento “tuyo”, pleno y desees volver a revivirlo. Percibirás el tremendo poder que tiene “el eterno retorno”.

domingo, 17 de octubre de 2010

Nuevos modelos de compromiso

La primera referencia al concepto  de marca personal la da el experto en Marketing, Tom Peters, en su artículo fundacional “The Brand Called You”. En él apunta la teoría de que todos somos jefes de una empresa llamada “Yo S.L.”. Peters constata que el entorno laboral está cambiando. La lealtad a la empresa pierde puntos: ahora lo que cuenta es que los colaboradores aportemos valor. Definir y demostrar cuáles son nuestros valores personales no es un capricho: es una opción de supervivencia laboral.
 
En esta misma línea, el experto en management, Peter Drucker, argumenta la importancia de conocer y explotar con ventaja los propios puntos fuertes. Concluye que “gestionarse a uno mismo exige que cada trabajador del conocimiento piense y se comporte como un Consejero delegado”. 
 
Ambos expertos nos hacen ver una nueva tendencia en la cual las personas pasarán a considerarse individualmente empresas de servicios, consultores autónomos aún en el caso de pertenecer a una Compañía. De tal forma que se tienda, no a buscar empleos, sino proyectos. Las carreras ya no van a ser estáticas y lineales sino que deberán ser flexibles para ajustarnos a las nuevas necesidades del mercado.

 
En este nuevo panorama, la marca personal se vuelve importante. El modo como interactuamos con otros en los diferentes entornos (familia, trabajo, amigos, etc.) determina la manera cómo los demás nos perciben. Gestionar esta percepción a fin de que coincida con nuestra realidad vital, con quién realmente somos, pasa por definir nuestra marca personal.

 
“La marca personal es la manera de clarificar y comunicar aquello que nos hace diferentes y especiales y de emplear esas cualidades para guiar nuestra carrera o tomar nuestras decisiones estratégicas. Se trata de comprender cuáles son los atributos – fortalezas, habilidades, valores y pasiones – que nos hacen únicos y de emplearlos para diferenciarnos de nuestros competidores y de nuestros iguales. En este sentido la marca personal consiste en comunicar de modo claro la promesa de valor única que ofrecemos a nuestra empresa o a nuestros clientes.

 
En un entorno laboral cada vez más inestable requiere que las personas definamos nuestros valores y los comuniquemos. Ya no basta con “ser conocido”: importa “ser conocido como” (como editor meticuloso, como comercial con iniciativa, etc.). La marca te permite singularizarte a los ojos de los demás.

 
Es importante distinguir que la marca personal no es igual a la reputación. Mi marca personal se basa en los valores que yo percibo en mí y en la manera en que creo que debo transmitirlos. Mi reputación depende de lo que los otros piensen de mí. Mi marca está en mis manos. Mi reputación, no; sin embargo, puedo influenciarla comunicando adecuadamente la marca.

domingo, 10 de octubre de 2010

El círculo de influencia

“Los músculos se fortifican; los nervios, por el contrario, se debilitan con un empleo excesivo. Conviene, pues, ejercitar los primeros con todos los esfuerzos convenientes y economizar a los segundos todo esfuerzo; por consiguiente, evitemos a nuestro cerebro toda lucha forzada, demasiado sostenida e intempestiva(Schopenhauer).

Para lo anterior, es necesario examinar en qué invertimos nuestro tiempo y nuestra energía mental, puesto que esta es finita y debemos sacar el máximo provecho de ella, utilizándola de una forma eficiente y constructiva.

Cada uno de nosotros tiene una amplia gama de preocupaciones: salud, hijos, trabajo, pareja, familia, etc. Dichas preocupaciones a las que dedicamos tiempo y que nos consumen energía mental, las podríamos categorizar como pertenecientes a nuestro “círculo de preocupación”. Se trata de un concepto que nos ayudará a establecer límites entre aquellos aspectos que nos preocupan de aquellos con los que no tenemos ningún compromiso mental o emocional.
 
Cuando revisamos las preocupaciones que se encuentran dentro de dicho círculo resulta evidente que sobre algunas de ellas no tenemos ningún control real, y con respecto a otras, podemos hacer algo. Podemos identificar las preocupaciones de este último grupo circunscribiéndolas dentro de lo que denominaremos “círculo de influencia” más pequeño.

A continuación es necesario determinar cuál de estos dos círculos es el centro alrededor del cual gira la mayor parte de nuestro tiempo y energías

Las personas cuya respuesta sea “el círculo de preocupación” son personas reactivas, su foco se sitúa en los defectos de otras personas, en los problemas del medio y en circunstancias sobre las que no tienen ningún control. De lo cual, resultan sentimientos de culpa y acusaciones, un lenguaje reactivo y sentimientos intensificados de aguda impotencia. La energía negativa generada por ese foco, combinada con la desatención de las áreas en las que se puede hace algo, determina que su círculo de influencia se encoja

Estas personas reactivas, deben hacer un esfuerzo por centrarse en el “círculo de influencia”, centrarse en aquello que puedan hacer o cambiar que dependa directamente de ellos, respondiendo a la siguiente pregunta: ¿Qué puedo hacer que dependa exclusivamente de mí? Lo anterior,  crea una energía positiva que nos cambia a nosotros e influye en las circunstancias. De esta forma, estamos utilizando la energía de nuestro cerebro de forma efectiva, economizándola y sacando un mayor partido de ella.

Debemos reconocer que está en la naturaleza de las personas reactivas el absolverse de toda responsabilidad con las circunstancias, apelando en muchas ocasiones a las flaquezas de algún otro. Es complicado admitir que se tiene el poder de elegir la respuesta, y que en función de la misma, puedes influir directamente en las circunstancias.

domingo, 3 de octubre de 2010

Seguir soñando imposibles

Las especies utilizan una sencilla fórmula para sobrevivir: vivir el tiempo necesario para asegurarse la descendencia. Toda la energía se dedica a esta tarea, siendo más importante la supervivencia de la especie que la del propio individuo.

Sin embargo el ser humano ha tenido en los últimos 100 años un profundo cambio, pasando de una esperanza de vida en España, (1900), de 35 años, a casi 83 años en la actualidad. Y continúa creciendo. Con ello se han dado dos nuevas situaciones:
  • Como especie: aumento espectacular de la población, por lo que se plantean serios problemas de supervivencia al planeta
  • Como individuos: 40 ó 50 años adicionales de vida no productivos desde un punto de vista de especie y donde la búsqueda del placer no basta para ser felices. Debemos pasar de “sobrevivir” a “vivir”, necesitamos un sentido de vida.
Así nos encontramos ante una nueva encrucijada en la que la genética no tiene soluciones pre-establecidas en la fijación de objetivos que nos permitan encontrar nuevos retos y un por qué a nuestra existencia.

Por eso el tema más estudiado en la actualidad es la “búsqueda de la felicidad de los individuos”, que permita reducir el número de depresiones, ansiedades, etc. , causantes del mayor número de enfermedades y que suponen un enorme coste laboral para las empresas.  Fruto de ello es la aseveración de que cerca del 80% de todos nuestros logros dependen de nuestras actitudes.

Si aplicamos todo esto al campo laboral, las investigaciones más recientes apuntan que la calidad en el desempeño profesional, depende esencialmente de la calidad personal que aporta la persona, ya que no puede esperarse un comportamiento positivo, proactivo y eficiente de quien es incapaz de tener esa actitud en sus propias decisiones personales. Se estima que las personas optimistas y felices rinden entre el 65 y el 100% más que las personas no optimistas. 

Nuestro pasado cavernícola nos hace sentir miedo, -sin duda el mayor causante de la infelicidad-, lo que hace que no variemos nuestras costumbres, (miedo al cambio); no intentemos luchar por alcanzar alguno de nuestros sueños, (miedo al fracaso); comamos más de lo necesario y tengamos la necesidad de acumular para el futuro, (miedo a la supervivencia); hagamos lo que les gusta a los demás, aunque a nosotros nos desagrade, para no defraudarlos, (miedo al rechazo), etc. Y con miedo no se puede lograr todo aquello de lo que seríamos capaces. Es absolutamente imposible lograr la felicidad si se siente miedo.

Millones de años de evolución nos han conformado una estructura craneal en tres cerebros con funciones diferentes: el reptiliano, cuya misión es aumentar la esperanza de vida y que se expresa a través del cuerpo, (este cerebro prefiere una enfermedad grave a un stress que no puede controlar); el límbico que rige nuestras emociones y que filtra la información que llega a nuestro tercer cerebro: el racional.

Esto hace que en el futuro tengamos el reto de llenar de contenido nuestra vida y de buscar el equilibrio entre cuatro cuadrantes: el físico, (con los años la genética nos abandona); el intelectual con una pérdida constante de neuronas; el emocional con la pérdida de seres queridos, grandes cambios en  nuestra vida y la necesidad de controlar nuestras emociones y el  cuadrante espiritual por el que el ser humano siempre se ha preguntado.

Es importante resaltar que poca gente fracasa en la vida por causas técnicas y si por causas emocionales, (tristeza, desinterés, falta de autoestima, pérdida de seres queridos, problemas de pareja, etc.). Se nos ha entrenado para resolver problemas técnicos, pero no sabemos como convivir con las situaciones emocionales que nos desconciertan.

Por eso en los próximos años el reto es “vivir con ilusión y pasión y no sólo sobrevivir” como hasta hace poco vivía nuestra especie. Un gran médico definía la felicidad como una mala memoria y una buena salud

Quizá el problema sea “desaprender y no aprender”. Debemos hacer lo imposible en nuestra aventura por conquistar una vida apasionante y seguir soñando imposibles.