Esta semana me he encontrado con una gran reflexión de Juan José Romero Crusat y os la voy a resumir porque merece la pena:
En nuestro círculo de amistades, todas las personas “nos dan o nos quitan valor” (una cosa u otra, no ambas a la vez en la misma persona). Cada uno de nosotros nos rodeamos de personas que pueden hacernos mejorar como individuos o, por lo contrario, pueden ser fuente de conflictos. Muchas veces no las elegimos nosotros, como es el caso de familiares, compañeros de trabajo, amigos de nuestros amigos, etc. son personas con las que, de un modo u otro, nos vemos obligados a compartir tiempo y espacio.
Nosotros tenemos la posibilidad –e incluso la obligación- de seleccionar cuáles de esos compañeros de viaje son los que deben estar dentro del “vehículo” por el que nos conducimos por la vida. ¡¡No es necesario que estén todos!! Si alguna persona nos aporta cosas negativas o simplemente no nos aporta nada de valor, no tenemos por qué “llevarla” con nosotros.
La inteligencia emocional se mide también por la capacidad que tenemos para saber elegir nuestras amistades, y nadie con un mínimo de sensatez decidiría quedarse con aquellas que más quebraderos de cabeza nos producen. “¡¡Rodéate siempre de personas que sean mejores que tú!!”. Es la única manera de tener buenos referentes, de prosperar, de marcarse retos de superación.
Trasladando este mismo mensaje al ámbito de la empresa. Cuando una organización elije a un candidato para cubrir una vacante lo hace con la intención de que esa persona aporte valor a la organización, de ahí que busquen al más formado, más competente, más hábil, más proactivo, y esperan que sea capaz a desarrollar todo su talento dentro de la empresa, es decir, que "sume".
La reflexión es: ¿Se puede consentir que haya personas en las empresas que “resten”? ¿Hasta qué punto debe permitirse? ¿Somos conscientes de que las personas que “restan” comprometen la viabilidad de la organización y con ella, el futuro de sus compañeros de trabajo que sí se esfuerzan diariamente?
Las decisiones de “desvinculación” son quizá las más desagradables de tomar, pero ¿cuándo un responsable tiene que decidir no debe orientarse hacia el bien del equipo en su conjunto? ¿Y cuando la apatía de unos pocos perjudican al bienestar del equipo?
Las personas no entran en las organizaciones para “restar” valor. Es un absurdo y va contra la supervivencia de la empresa. Convendría cada cierto tiempo hacer una concienzuda revisión de cuál es el aporte de valor que cada uno hace a su compañía e ir detectando aquellos que no suman con el fin de gestionarlo de la forma más apropiada.
Parece de sentido común, pero si observamos con detalle cualquier empresa veremos que hay personas que no aportan nada de valor y aun así pasan desapercibidas a ojos de sus responsables. Bien porque éstos ignoran lo que sucede, bien porque es desagradable mirar ciertas cosas, o bien porque aun viéndolas a uno le tiembla el pulso a la hora de tomar medidas correctivas.
Hoy en día se habla de trabajar en equipo pero ¿Es esto posible en una situación donde unos suman y otros restan? ¿No sería más eficaz que todos avanzásemos en la misma dirección aunque fuese a un ritmo más lento? ¿Y las personas que “suman”, no aprovecharían mejor las energías y los esfuerzos en el día a día si no tuviesen que andar saltando los obstáculos que colocan aquellos que “restan”?
En general, y estando de acuerdo en que existen personas que restan, normalmente que una persona no "sume" es responsabilidad, principalmente de su jefe.
ResponderEliminarUno de los problemas más serios que he observado en la mayoría de las empresas en las que he trabajado, es la falta de capacidad de inspiración de los supuestos líderes.
Muchas personas que suman cero o que, incluso restan, están inmersas en situaciones más complejas que tienen que ver con la falta de liderazgo y la falta de capacidad de enardecer de sus superiores.
Aclarado ese primer elemento de mi postura, añado que, efectivamente, hay gente que resta en los equipos por su propia y única responsabilidad.
Diciendo las cosas como son y sin maquillaje alguno, hay que extirpar ese tipo de elementos de los equipos (siempre, recordemos, cuando hayamos hecho el ejercicio de responsabilidad de identificar que el problema son realmente ellos y no nosotros).
A partir de esa realidad, lo mejor es cortar por lo sano y no alargar una situación que lleva directamente a la decadencia del equipo y, con toda probabilidad, a situaciones de reproche, ira...
La parte mala es que no es nada fácil tomar ese tipo de decisiones y muchos menos ejecutarlas.
¿Aportamos o quitamos valor? esta es una pregunta que deberíamos hacernos todos a diario, y en caso negativo ir pensando en un plan de acción antes que otro lo haga por nosotros
ResponderEliminarAlvaro:
ResponderEliminarMe encantaría estar de acuerdo con la propuesta, pero bajo mi punto de vista como personas que omos todos creamos y destruimos valor. Es más ¿como medir el saldo corriente de la creación o destrucción de valor?
Hola,
ResponderEliminarHe recibido algunos comentarios y me he dado cuenta de que he llevado a la confusión al mezclar en el mismo artículo el plano personal y el profesional como suelo hacer.
Daniel, está claro que "sumar", "restar" depende de la definición que se haga de los mismos. Deberíamos ver que se entiende por sumar y por restar puesto que cada uno puede comprender una cosa. Y todo el mundo puede sumar y restar en diferentes momentos.
En el ambito de la Organización o de un equipo, se le puede dotar de cierta objetividad a la definición puesto que cada cual tiene un rol y unos objetivos asociados, y sabe cuales son sus responsabilidades para hacer lo mejor de si y "sumar".
Por ejemplo, un portero de fútblo tiene como objetivo intentar proteger la portería. En el caso de que saliese con el balón a regatear o se mostrase pasivo, perezoso al hacerlo, estaría "restando".
Con "sumar" o "restar" intentaba expresar dar de uno lo que se espera para ayudar al equipo a "avanzar o no hacia los objetivos".
En el caso de las empresas si se puede definir y de dicha definición es de donde se podrán medir los resultados y el avance de cada uno con lo esperado. Y es ahí cuando se podrá observar si las personas (en función de su rol) "suman" o "restan".
Un abrazo a todos.
Estimado Álvaro, si me permites, hay un vicio conceptual de base en tu razonamiento. Consiste en considerar que los empleados existen para aportar valor a las empresas, que es no sólo su misión sino su esencia.
ResponderEliminarEs creer que las empresa y sus finalidades son el omega de todo, y las personas los sirvientes de esta finalidad.
Y esto, está equivocado, y sobre todo muy irrealista.
La relación empresa - trabajadores sólo puede estar basada en la reciprocidad: yo gano si tú ganas.
Con el salario, las empresas compran trabajo, pero no almas, y sólo recibirán valor si son capaces de aportar valor a cambio. Y desde luego, el dinero no es un valor. Más bien una compensación a la ausencia de valor.
El management actual está fundamentado en premisas equivocadas (y ¡vemos los resultados que acarrea!). En particular imagina la relación empleados > empresa como una relación de sentido único en el que todo nace dentro de las personas. No considera que las actitudes de las personas puedan estar condicionadas por la propia organización y sus comportamientos consecuencia de la misma.
Sobre funcionamiento de un equipo, es cierto que si unos tiran y otros lastran, se crean situaciones de injusticia inadmisible, pero no es el papel de la organización y de los jefes regular esto, sino del propio equipo. Siempre y cuando haya equipo, claro, porque la organización taylorista lleva todos los ingredientes para impedir la existencia de equipos.
Michel Henric-Coll
www.fractalteams.com