Paseando el otro día por la calle, nos encontramos con una pareja de periodistas, cámara en mano, que estaban realizando una entrevista para una cadena local de televisión.
En primer lugar nos preguntaron sobre nuestra situación laboral. Estaban interesados en saber si estábamos en el paro y en conocer si creíamos que la crisis que azota el país iba a afectar a la celebración de la Navidad en los hogares españoles este año.
Si percibimos la Navidad y la celebración de esta fiesta desde un punto de vista material (regalos para toda la familia, grandes banquetes, fiestas por todo lo alto), es cierto que a diferencia de otros años la mayor parte de hogares se verán afectados.
Si, por el contrario, percibimos la Navidad como el conjunto de valores que están asociados a esta festividad, y no entro a valorar si se es creyente o no, (generosidad, solidaridad, amabilidad, respeto, humildad), la Crisis no debería minimizar ni un ápice nuestra actitud a la hora de disfrutar de estas fiestas.
De hecho, he de reconocer que la pregunta podría reformularse y habernos preguntado, ¿cómo creemos que las familias españolas aprovecharán la oportunidad que les ofrece la Crisis para dejar a un lado la satisfacción del tener y traer a los hogares aquellos valores que deberían guiarnos durante todo el año?
Esa reflexión, trajo a mi mente, un niño londinense pobre y huérfano, que llegó a ser el hombre más famoso de la tierra. Su nombre, Charles Chaplin, el pequeño vagabundo solitario y romántico que llegó a convertirse en un símbolo del cine de este siglo. Chaplin revistió la comedia humana de ironía y ternura, de ingenio y humanidad.
Sombrero, pantalones holgados, grandes zapatos y bastón. No existe una silueta más fácil de identificar que la de Charlot con sus andares de pato que sus zapatones desgastados exageraban hasta convertirlo en una caricatura de sí mismo.
Ahorrador, en sus primeros tiempos era tan pobre que siempre usaba el mismo traje en el escenario. Como estigmas que daban fe de sus primeros años difíciles, las suelas de sus zapatos conservan aún los agujeros que dejaron los patines que este vagabundo, poeta y, a veces, payaso triste, utilizó en su última película.
Cuando ya era riquísimo, Chaplin seguía llevando siempre el mismo par de zapatos, al parecer porque nunca estuvo demasiado apegado a las cosas. De hecho, alguien encontró por casualidad, en una maleta, sus viejas ropas y sus usados zapatos.
Recuerdo en una de sus películas, cómo se divertía comiendo aquel zapato cochambroso que tenía la oportunidad de disfrutar en ese momento. Hagamos como nuestro amigo Charlotte y aprovechemos la oportunidad que nos brinda la crisis para disfrutar con lo que somos y de cómo nos gustaría ser.
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Álvaro,
ResponderEliminarLa palabra meme fue introducida originalmente por Richard Dawkins en “The Selfish gen” (más específicamente en su capítulo 11), implica una característica que el autor ve en la naturaleza y que relaciona con la capacidad de “replicación”.
Cierto es, como tú lo has mencionado que el término se ha extendido hacia una connotación similar a la del “marketing viral” pero, (y esto es importante aclararlo) es más profundo que la mera “copia de lo último”.
Yo particularmente prefiero el término “juego” que incluye desde las prácticas sociales más simples como “saludar a nuestro vecino” hasta los más elaborados juegos de relación entre las personas, de hecho yo lo concibo como nuestra forma de interacción más básica.
Si bien, de acuerdo a como tú los presentas también toman la forma de procesos lingüísticos conscientes de imitación, la mayoría de ellos son totalmente inconscientes y pasan desapercibidos.
Resulta sencillo de ver que, así concebidos, estos juegos o memes estén en la base de las culturas que formamos los humanos, por eso me parece importante tu pregunta aunque me gustaría generalizarla un poco más.
Yo me preguntaría; ¿cuáles son los “memes” o juegos que debe jugar nuestra organización, cuáles deben ser desterrados? Para mí esa es la pregunta fundamental de la organización moderna. El tan remando liderazgo podría concebirse en función de que supiéramos “leer” estos memes analizándolos y discriminando cuales potenciar y cuales desterrar.
Curiosamente así el nuevo Juego –meme- de la gestión de las personas se convierte en uno que no solo implica a los individuos de la organización sino a las prácticas sociales todas, es decir a la forma en las que interactuamos como conjunto.
No deja de resultar curioso que un punto de vista que se centraliza en el individuo, deje ahora de tenerlo como el único factor explicativo. Pero esto constituye una nueva forma de mirar, un nuevo modelo de la gestión estratégica, por eso me parece que es hora de empezar a “revisar” esos memes de los que tú hablas.
Bienvenido sea y cuenta conmigo.
Touché.
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