domingo, 9 de enero de 2011

El poder de la atención

“Si te sientes dolido por las cosas externas, no son estas las que te molestan sino tu propio perjuicio acerca de ellas. Y está en tu poder el cambiar este juicio ahora mismo.” Marco Aurelio.

Hace veintitrés siglos, Aristóteles llegó a la conclusión de que lo que buscan el ser humano es la felicidad. Cualquier otra meta (salud, belleza, dinero, amor, poder) la valoramos únicamente en relación a cuanto nos hace felices.

No obstante, esa tan ansiada felicidad no depende de acontecimientos externos, sino de cómo los interpretamos. “Pregúntese a sí mismo si es feliz y dejará de serlo” – J.S Mill. De tal forma que las personas que saben controlar su experiencia interna son capaces de determinar la calidad de sus vidas. ¿Y cómo la atención puede ayudarnos en este proceso?

Se ha llegado a demostrar científicamente que el sistema nervioso tiene unas limitaciones muy definidas acerca de cuanta información puede procesar en un momento dado. En concreto, parece que se pueden manejar siete señales informativas (sonidos distintos, estímulos visuales o cambios reconocibles de emoción y pensamiento) en un instante determinado.

Lo anterior implica la necesidad de controlar la conciencia, de poder elegir aquellos “eventos / información” que queremos permitir entrar en nuestra conciencia asumiendo que habrá un gran número de estímulos que en cada instante estaremos dejando a un lado. Esa capacidad de control es la que ayudará a tener control sobre las experiencias.

La señal de que una persona controla dicha conciencia es la habilidad de centrar su atención a voluntad, que puede evitar las distracciones y concentrarse tanto tiempo como lo necesite para alcanzar un determinado objetivo. La atención es energía psíquica. Somos capaces de crearnos a nosotros mismos según como invirtamos esa energía.

En muchas ocasiones, la atención tiende a desviarse hacia objetivos indeseables, con lo que no somos libres de usarla según nuestras preferencias, convirtiéndose en algo ineficaz. Esto sucede generalmente cuando aparece en la conciencia información que entra en conflicto con las metas de un individuo que hace que perciba esa información como una amenaza haciendo que pierda energía psíquica en enfrentarse a ella y produciendo insatisfacciones.

El estado opuesto que genera la satisfacción y mejora la calidad de la experiencia interna, se da cuando la información que llega a la conciencia es congruente con nuestras metas, por lo que la energía psíquica fluye sin esfuerzo y te sientes cómo flotando, el tiempo vuela sin que te des cuenta y disfrutas de lo que haces.

Por tanto, es imprescindible hacer un esfuerzo constante por que la atención se centre en las metas y objetivos que decidamos, especialmente si ellas requieren un desafío que podamos alcanzar mediante el aprendizaje de nuevas habilidades o la mejora de las existentes.

Cualquier actividad contiene una enorme cantidad de oportunidades para la acción, o desafíos, que para su realización requieren poseer las habilidades apropiadas. Incluso los detalles rutinarios pueden transformarte en juegos personalmente significativos que ofrezcan este tipo de experiencias.

Os recomiendo el siguiente libro, “fluir” de Mihaly Csikszentmikhalyi.

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1 comentario:

  1. Con cariño. Creo que el uso de la palabra "conciencia" a lo largo de tu post habría que revisarlo. No encaja en cualquiera de sus acepciones comúnmente aceptadas (ej. filosófica o psicológica)

    Por ejemplo, cuando indicas "la necesidad de controlar la conciencia".

    Uno debe trabajar en el dominio de la voluntad para que apunte a aquello que la inteligencia le presenta (el bien). La voluntad es el músculo que hay que ejercitar mediante la repetición de hábitos (Aristóteles 100%) y otro elemento que siempre se olvida es la imaginación y su control (Sta. Teresa la llamaba, "la loca de la casa")

    Un fuerte abrazo

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